Dolores Musculares Anonimos

Me gustaría intentar salvar este post de un inminente Physical (Olivia Newton John) a uno más Battle without honor or humanity (Tomoyasu Hotei).

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Hace unos días viendo por enésima vez Elephant de Gus Van Sants, noté algo nuevo. Un personaje: la chama nerd que corre junto a las otras estudiantes en la clase de educación física y se detiene un momento a respirar, cansada, a ver el paisaje del campus. Es un personaje recurrente del que me gustaría dar mas datos, pero supongo no debería hacerlo. Lo cierto es que por un momento me sentí identificado con ella.

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Igual que en esa escena, yo paraba y respiraba cuando en el colegio en Acarigua nos mandaban a dar vueltas a la cancha de futbol y aunque me gustaba, y me gusta, la idea de correr y ejercitarme, envidiaba a quienes podían alegar dolor menstrual (el eterno comodín) o a mis amigos gordos que simplemente se detenían sin mayor preocupación. Recuerdo que aún así cumplía mis 10 vueltas e intentaba dar lo mejor de mí mientras competía con quienes podía o me colocaba detrás de la culona o de perfil a la que tenia tetas grandes mientras en mi mente sus senos se intercambiaban posiciones cuando saltaban dentro su "sujetador".

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Para ese entonces ya mi mamá había intentado conmigo muchos deportes, buscando aquel que llamara finalmente mi atención, aquel que me enamorara, ese deporte, no importa si costoso, que me sacara finalmente de mi obsesión por la televisión nacional venezolana de los 90. Aclaro que nunca he sido gordo pero tampoco he sido de contextura “atlética” (opción que dan esas páginas de perfil para encontrar amistad y así definir tu cuerpo)... Lo cierto es que provengo de una familia deportista por hobbie. Mi papá y mi mamá cuando nos vamos a Chichiriviche a pasar el fin de semana, pueden echarse unos palos en la noche pero a las 6am están trotando o caminando. Mi papá me llevaba en shorts cortos al colegio y mi mamá luego de jubilada, me buscaba en licra. Ahora que sus vidas son más tranquilas sin tanto trabajo, juegan tenis en las tardes en la casa o en el club y mi mama combina su mañana entre el gimnasio, los masajes y su verdadera pasión: su trabajo del que no se ha podido despegar aún luego de jubilada aunque se considere adicta a los dolores musculares productos del ejercicio. Así que mis hermanas y yo, combinábamos la ida al cayo en la lancha con una skiada en el camino. O el garaje de nuestra casa en la playa con una cancha de voleibol.

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Conmigo intentaron Futbol (lo dejé porque la camisa de la selección me picaba demasiado), Béisbol (cuando pedían posición de fildeo, yo jugaba con la arena y según mi papá: me comía los mocos), Voleibol (Mi mamá me metió con la selección estatal y jamás toque el balón pero si sufrí los peores calentamientos del mundo, por 2 días), Natación (cuando niño me gustaba mucho, quedaba cerca de la residencia y me llevaba o mi mamá, o la muchacha de servicio o la abuela del vecino que decía groserías y se quejaba de que su yerno roncaba en el camino) y otros más que también abandoné. Hasta que empecé a jugar tenis!! mi deporte!! me encanta y creo que soy bueno, federado aunque perdí el carnet, nunca lo demostré a ciencia cierta porque los únicos campeonatos en los que he estado: en uno me corte la mano abriendo el pote de pelotas y no pude jugar, y en el otro, ya en la final, me toco contra el hijo del profesor, quien era juez en la partida... No comment... Lo cierto es que ese deporte me dejó algo increíble!!! Un trofeo de mas o menos 12cm que luce en mi cuarto en contraste con las muchas melladas de mis padres como maratonistas.

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El gimnasio... Esa pesadilla que me causo un trauma adolescente cuando mis compañeros empezaron a tallar en sus cuerpos malditos "cuadritos", sus brazos aumentaban de tamaño al ritmo de su efectividad con las mujeres, al ritmo de su popularidad y casi inversamente proporcional al tiempo que duraban en perder su virginidad. Yo sí crecía... pero pa' arriba! duplique mi tamaño en 1 año y mi cuerpo se hizo gelatinoso (jejeje). Mi mamá habrá notado el cambio y me metió en su gimnasio. No voy a decir que no me gusto... pero no es lo mío. Los espejos me atormentan y sentía que me hacía esclavo de mi reflejo. Me hice amigo de las amigas de mi mamá, de las mamás de mis amigos y de los que trabajaban ahí, todo eso porque obviamente no iba a las horas en las que mis amigos iban. Me horrorizaba que apareciera alguno mientras yo levantaba no se cuanto poco en barras!

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Durante la universidad entendí que lo mío era estudiar... y que podía seguir mi vida así, sin ser excelente en ningún deporte, ni tener el cuerpo de Brad Pitt para gustar. Cuento con algo más que cuadros en la barriga, o la actitud para colocarme franelas ceñidas a mis brazos y pecho; Sé bailar, me doy de intelectual, no creo ser feo, según y que beso bien y soy tipo tranquilo, tipo casual. En Caracas jugaba tenis de vez en cuando, subía el Ávila de vez en cuando, corría en el parque del este de vez en cuando... intente de nuevo con un gimnasio, con el que sí me sentí fino, pero estando dentro en una oportunidad entró en épocas de manifestaciones, una bomba lacrimógena que me hizo salir corriendo y fue luego causa de cierre por tener instalaciones inseguras, si... era un hueco.

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Aquí en Torino, en el primer año, mi ejercicio se limito a bailar en discotecas ebrio, manejar bicicleta para ir a clases y caminar incansablemente por Europa. Ahora estoy en clases de Capoeira, (agrego un arte marcial a mi lista), me siento a gusto aunque soy La Vaca! y cito a mi coinquilina cuando me comentó: "Me gusta la capoeira porque cuando suena la musiquita, me siento como una mona", exactamente así me siento yo y me gusta. En estos días jugué futbol con mis compañeros de clase italianos y esta vez no fui seleccionado de último para formar un equipo, cosa que me alivió y me hizo recordar esos momentos de incertidumbre en bachillerato cuando quedaba entre los últimos por seleccionar. Je...

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